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miércoles, 18 de septiembre de 2013

El panteón de San Rafael lucirá muy pronto los nombres de las 4.411 víctimas

Monumento en obras

06.09.2013 
Ya no es el ruido, solemne y casi de duelo, de la pala, pero pronto será el cincel y el martillo. La pirámide que albergará los restos de los fusilados en el cementerio de San Rafael, el campo de exterminio más significativo en cuanto a número de víctimas de la represión, empieza a descubrir su silueta. En los próximos meses, y por primera vez en más de medio siglo, el camposanto quebrará el anonimato inmisericorde en el que ha permanecido, bajo el peso de la tierra, la mayoría de los sepultados. Según explicó Francisco Espinosa, de la Asociación contra el Silencio y el Olvido, por la Memoria Histórica, los trabajos están muy avanzados y ya ha sido enviada la relación de víctimas que será grabada en la falda del monumento.

Se trata en total de 4.411 nombres, todos ellos recuperados por el propio Espinosa y otros investigadores en su lucha titánica contra la falta de respuestas formales y la precariedad de los archivos del periodo. La pirámide, de seis metros de altura, constará de una cámara subterránea que servirá de tumba a los 2.840 cuerpos rescatados durante la exhumación del cementerio, que finalizó en 2009. El traslado de las víctimas, que descansan de manera provisional en un pabellón especialmente acondicionado de Parcemasa, pondrá fin a una investigación ejemplar iniciada hace ya casi una década en los archivos, con la colaboración activa y financiera del Gobierno, la Junta y el Ayuntamiento.

Precisamente las tres administraciones participan en los costes del monolito, que ascienden a 220.000 euros. El Consistorio, que aporta 80.000, ha propuesto, además, la construcción de una pasarela de acceso al complejo funerario que resta por construir y cuya finalización significará, presumiblemente, el fin de la obra. Espinosa es optimista y confía en que el proyecto, que arrancó a finales de diciembre de 2012, se perfile antes de que concluya el próximo año.

Andrés Fernández, arqueólogo responsable de la excavación y director del equipo que acometió también los trabajos de campo de Teba y Alfarnatejo, entre otros, explica que los restos se custodian ya en cajas individualizadas. Además, muchos de los familiares han sido sometidos a las pruebas de ADN con el objetivo de que en un futuro se puedan contrastar las identidades. Una tarea, esta última, que se antoja difícil por sus costes económicos y el deterioro que presentan algunos de los cuerpos.

Las exhumaciones de San Rafael, cuyo inicio precedió, incluso, a la ley de Memoria Histórica, han sido utilizadas, incluso, como modelo para elaborar la legislación que regula en todo el país las operaciones de recuperación de los restos de las víctimas del franquismo.

La diferencia entre la cifra de asesinados en el camposanto, que llega hasta los 4.411 nombres que lucirán en la pirámide, y la de los cuerpos recuperados se explica en una serie de hipótesis históricas que incluyen desde el más que probable traslado de cuerpos al Valle de los Caídos a la inhumación, previo pago familiar, en sepulturas más dignas. También está el caso de 90 víctimas que fueron utilizadas de manera impune, aunque documentada, como conejillo de indias para experimentos científicos. La asociación quiere que el panteón se acompañe de una zona consagrada a la creación de un parque de la memoria similar a los que existen en Berlín o Polonia.

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