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jueves, 28 de febrero de 2013

Caparrós, Hijo Predilecto de Andalucia

 
Izquierda y Progreso - Izquierda Unida de Los Palacios y Villafranca 27/3/13
El 4 de diciembre de 1977 moría Manuel José García Caparrós, asesinado por la espalda por los disparos efectuados por la policía franquista cuando levantaba una bandera blanca y verde en los muros de la Diputación Provincial de Málaga, en el marco de la mayor movilización que se ha dado en Andalucía al grito de ¡Libertad, Amnistía y Estatuto de Autonomía!
 
Desde aquel momento no ha parado Izquierda Unida de reclamar el merecido reconocimiento para quien dio su vida luchando por la causa del pueblo andaluz. El Pleno de la ciudad de Málaga del 16 de noviembre de 1995 aprobó darle una calle en homenaje a su memoria. En cambio, la Diputación Provincial de Málaga no le reconoció como Hijo Predilecto de la provincia hasta que el 20 de abril de 2009 le nombrara a título póstumo.
 
Este año 2013, 35 años después, ha tenido que compartir el gobierno en Andalucía nuestra fuerza política para que, finalmente, García Caparrós tenga este galardón de andaluz ilustre que le reconoce como Hijo Predilecto, a instancias del Partido Comunista de Andalucía. 
 
Por su parte, el cantaor de la Puebla de Cazalla, Manuel Fernández “Gerena”, militante comunista comprometido con la libertad y por la dignidad del pueblo andaluz, será honrado con la concesión de la Medalla de Andalucía. Su lucha inagotable y su compromiso de clase le da méritos sobrados.

domingo, 17 de febrero de 2013

Silencio

General Roatta
Francisco Pimentel 16/2/13
Siguen las actividades de recuperación de la memoria histórica de la carretera Málaga-Almería en 1937. El más grande y más execrable crimen cometido por los fascistas. También el más silenciado. Hace 76 años de estos crímenes y todavía sabemos muy poco de lo que pasó nuestro pueblo en esta huía en desbandá. Gracias a la nueva Dirección General de Historia Democrática estamos hablando todos al unísono del terrorismo fascista que nos mató, nos dominó, nos calló y nos contaminó desde entonces hasta nuestros días, con la complicidad de muchos...

De aquellos que masacraron a nuestros padres, abuelos o tíos, hay dos historias paralelas pero de finales muy diferentes. Una representada por el General Roatta y otra por el Coronel Borbón. Los dos enemigos del pueblo. Uno de la gran burguesía fascista italiana y amigo de Mussolini. El otro miembro de la familia real primo del rey Alfonso XIII, abuelo del actual Juan Carlos I, con el que tenía un gran parecido.

Historia del asesino Mario Roatta Mancini: Este militar monárquico italiano fascista había nacido en Módena en 1887. Estudió en la Escuela de Guerra y destinado al Estado Mayor participó en la Primera Guerra Mundial. En 1934 es Coronel Jefe del Servizio Informazioni Militari. En 1936 es General Comandante Jefe de las tropas italianas enviadas por Mussolini en apoyo de los sublevados contra la República Española. Sus 10.000 legionarios camisas negras persiguen y aniquilan a miles de civiles que huyen por la carretera de Málaga a Almería. Esa masacre presentada como fácil victoria constituyó un triunfo resonante para el líder fascista italiano Mussolini. Aunque la idea de poderío del cuerpo expedicionario fue una ilusión, pues las posibilidades militares de los republicanos en Málaga eran inexistentes. Lo cierto es que los italianos adolecían de graves carencias que se vieron poco después en la Batalla de Guadalajara, cuando los fascistas sufrieron una rotunda derrota frente a tropas experimentadas del Ejército Popular Republicano. Al salir de España en 1939 fue enviado a Berlín como agregado militar. Iniciada la Segunda Guerra Mundial ocupó puestos de responsabilidad en el Estado Mayor fascista. En 1942 fue a Croacia como Comandante del II Ejército y al mando de las tropas instaladas en Eslovenia y Dalmacia. Durante este tiempo destacó por su falta de piedad y al igual que en Málaga provocó situaciones de terror entre la población civil en su combate con los partisanos yugoslavos. En 1943 fue destinado como General Jefe del VI Ejército a Sicilia. En Noviembre del mismo año fue trasladado a Roma para ocupar el puesto de Comandante General del Estado Mayor. Al terminar la Guerra Mundial fué detenido, enjuiciado en 1945 y condenado a cadena perpetua. Murió en 1968.
Coronel Borbón
Historia del asesino Francisco de Borbón y de la Torre: Nació en Madrid en 1882. Era primo de Alfonso XIII y Duque de Sevilla por haberse casado con Enriqueta de Borbón. Hostil a la República desde primera hora fue uno de los oficiales que participaron en La Sanjurjada. Tras esto se fue al exilio igual que otros miembros de la familia real pero regresa a España tras el golpe militar de Franco y se integra en el ejército franquista como Coronel Jefe del Regimiento de Infantería Pavía nº 7 y de la Comandancia Militar del Campo de Gibraltar. Pronto el 17 de Enero del 1937 inicia una ofensiva en la zona llegando hasta Marbella. El 3 de Febrero comenzó la ofensiva de Málaga. El 8 de Febrero entra con sus tropas en Málaga provocando la huida y matanza de civiles por la Carretera de Almería. En 1938 fue ascendido a General de Brigada. Al final de la guerra era Comandante en Jefe del Cuerpo de Ejército de Córdoba. En 1939 fue nombrado Comandante en Jefe de la 11ª División. En 1946 sería ascendido por Franco al grado de Teniente General. Después llegaría a ser nombrado Capitán General de la VII Región Militar con sede en Valladolid. Murió tranquilamente en Madrid en 1953.

Estos son otra parte de mis pensamientos durante estos días que recordamos la valentía y el sufrimiento de nuestros antepasados ante el ataque de los bárbaros entorchados y el abandono que sufrimos los españoles, mientras en Europa se juzgaba y condenaba a los miserables, en España se les dejaba ser dueños de tierras y haciendas... y de nuestras vidas, sin verdad, ni justicia ni reparación... hasta ahora...

Francisco Pimentel
Asociación Memoria Histórica de Ronda
asociacionmemoriahistoricaronda@yahoo.es

martes, 12 de febrero de 2013

Partida del Raya


Ni cautivos ni desarmados -  14/1/2013 - Imanol
Grupo dirigido por Antonio Raya González “el Raya” nacido en 1916 en el malacitano pueblo de Bobadilla, junto a él, encontramos a Antonio “Antonillo el chofer”, José Ávila Márquez, Miguel Bernal León “José Pérez Pareja”, José Esteban Girona “Piznote”, Enrique García Gijón, José María García Orihuela “el Chico”, José Luna Aguilera, Antonio Moya Biedma, Miguel Recio Martínez, Rafael Román Romero “el Nene”, Cecilio Salazar San Juan, Juan Sandoval Fernández “el Peque” y Antonio Zafra. También tenemos la referencia de un tal Márquez, aunque posiblemente sea José Ávila Márquez.
 
Este grupo estuvo compuesto exclusivamente por libertarios de las provincias de Málaga y Granada, y si exceptuamos sus principios, en los que actuó en la serranía de Ronda, podemos decir que era un grupo de guerrilla urbana mas que rural, pues principalmente actuó en la capital malacitana y después, a partir de junio de 1941, en la granadina. Alternarán atracos con secuestros, también ejecutarán a un cabo de la guardia civil en el café del gallo, en Málaga, por ser uno de los responsables de la muerte de la madre de “el Raya”. Poco después de este hecho, en la calle Juan Padilla de dicha capital, será cercado por fuerzas gubernamentales, aunque conseguirá huir tras conseguir abrir un boquete en la pared y pasar a otros edificios contiguos. Otra noche que la partida se halla cenando en un cortijo, llega una patrulla de falangistas, que serán desarmados y desnudados, para posteriormente mandarlos a Vélez-Málaga a dar notificación del hecho.
 
Una vez trasladado a Granada, la primera acción de la que se tiene noticia es el 24-1-1942, consistente en el atraco a la delegación municipal de cerillas y fósforos, el 6 de abril, el lugar atracado será el matadero municipal y posteriormente la empresa Constructora Internacional.
 
Tras la detención de la compañera de uno de los integrantes de la partida, la policía llega a conocer uno de los lugares de reunión del grupo, se trata de una barbería el la plaza de Mariana Pineda, en Granada capital. El 12 de junio, tras preparar el operativo, asaltan el lugar y en el posterior tiroteo perdieron la vida Antonio Moya y José Ávila, Cecilio Salazar resultó herido aunque fue posteriormente detenido, al igual que Enrique García y José Esteban.
 
Finalmente, el 22 de junio de 1942, en la taberna Vílchez de la Plaza Nueva, primero fue detenido Juan Sandoval, al que obligaron a esperar a Antonio Raya, con quien había quedado, este llegó sobre las cinco de la tarde, aún le dio tiempo a ver que algo iba mal y sacar el arma, tras el tiroteo, además de un agente herido, Antonio Raya recibió dos balazos en el tórax, que fueron los que le mataron durante su traslado al hospital.
 
Fuentes: La oposición al franquismo en la Andalucía Oriental (H. Heine y J.M. Azuaga), La resistencia libertaria (Cipriano Damiano) e Hijos de una guerra (Jorge Marco).

sábado, 9 de febrero de 2013

Los hijos del Holocausto

viernes, 8 de febrero de 2013

Exposición: Norman Bethune. La huella solidaria

Nos complace enviarte la invitación para la inauguración de la exposición La huella solidaria, dedicada al médico, cirujano e innovador doctor canadiense Norman Bethune - Gravenhurst, Ontario, Canadá, 3 de marzo de 1890 – China, 12 de noviembre de 1939 -, que el Centro Andaluz de la Fotografía, en colaboración con la Dirección General de Memoria Democrática de la Consejería de Administración Local y Relaciones Institucionales, en el marco de las Jornadas "Carretera de Málaga - Almería, 1937 - 2013", presentará en la sala de exposiciones de la Casa de la Cultura de Almuñecar, Granada, el próximo lunes 11 de febrero a las 19:00 h.

Contaremos con la presencia del Comisario de la exposición, Jesús Majada y con Jose Vicente Pérez, representante de la Oficina de Vicepresidencia de la Junta de Andalucía en Granada.

La exposición podrá verse del 11 al 24 de febrero de 2013.

La Junta propone presentar denuncia para que se declare crimen de guerra lo ocurrido en la huida de Málaga en 1937


El director general de Memoria Democrática de la Junta de Andalucía, Luis Naranjo, ha propuesto este jueves la presentación de una denuncia judicial para que se declare como crimen de guerra los sucesos acaecidos durante la huida forzosa a pie que, tras ocupar Málaga las tropas franquistas en febrero de 1937, emprendieron miles de personas por la carretera de Almería, bajo el fuego de la aviación italiana y la marina del bando nacional.

VÉLEZ-MÁLAGA (MÁLAGA), 7 (EUROPA PRESS)
Este hecho, conocido popularmente como la 'desbandá', obligó a huir a más de 120.000 malagueños, muchos de los cuales perdieron la vida durante la ruta, en un episodio que, según los historiadores, se saldó con más muertos que otros más conocidos de la Guerra Civil, como es el caso del bombardeo de Guernica.
Naranjo, que ha participado este jueves en un acto de homenaje a las víctimas que se ha celebrado en la localidad malagueña de Vélez-Málaga con motivo del 76 aniversario del suceso, no ha dudado en calificar lo ocurrido como un crimen de guerra, tanto desde el punto de vista "moral y objetivo" como desde la vertiente jurídica.
En este sentido, ha explicado a los periodistas que el Estatuto de Nuremberg "establece que crimen de guerra es cualquier tipo de agresión, violencia o asesinato de la población civil en periodo de guerra", por lo que, a su juicio, lo ocurrido durante la huida de la población de Málaga hacia Almería "está claro que es un crimen de guerra".
"Tenemos el precedente de Cataluña, donde ya se ha aceptado a trámite por parte de la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia una denuncia en este sentido interpuesta por algunos familiares, y aquí sería una posibilidad", ha manifestado Naranjo, quien ha puntualizado que "hay que estudiarlo políticamente, pero desde luego la intención es que más temprano que tarde esa denuncia se haga efectiva".
En cuanto a la forma en la que se presentaría dicha denuncia, bien por parte de las víctimas y familiares, bien por parte del Gobierno andaluz o de forma conjunta, ha indicado asimismo que "hay que estudiar la forma", pues "ahora mismo más que nada es una voluntad política que manifestamos, y ya veremos cómo se establece, cuál sería la vía y cuál sería la gente, si los familiares, la Junta o una combinación de ambos".
Sobre el acto celebrado en Vélez-Málaga, ha subrayado su utilidad "para rememorar la matanza, todo lo que supuso como parte del genocidio, del golpe de Estado y de la Guerra Civil provocada por el franquismo, y a partir de ahí intentar crear una conciencia social creciente".
"El objetivo fundamental es que cada vez más gente sepa qué fue realmente lo que ocurrió aquí, el nivel del genocidio, porque estamos hablando de más de 20.000 muertos; y de alguna forma reparar a las víctimas, a los familiares por lo ocurrido en ese periodo para que nunca se repita más", ha continuado.
Así, ha considerado que la población "no es consciente" aún de la gravedad de los hechos, "aunque cada vez lo es más, pues afortunadamente, ese muro de silencio que el franquismo construyó sobre sus propios crímenes se está rompiendo poco a poco en la democracia, aunque demasiado lentamente".
Para acelerar ese proceso de concienciación, Naranjo ha apuntado al papel que deben jugar tanto el Estado como la propia Junta de Andalucía "para que la gente sepa lo que pasó aquí, igual que en Alemania se sabe lo que fueron los campos de exterminio o en cualquier otra dictadura se sabe lo que ocurrió, y actos como este deben servir para ello".
En el acto, que se ha celebrado en el Centro de Estudios sobre el Exilio de Vélez-Málaga, han participado, además de Naranjo y representantes de la Junta, víctimas y familiares, diferentes expertos e historiadores, el escritor y periodista Juan Madrid, el presidente de la Red de Municipios por la Tercera República, Antonio Romero, y miembros del Foro por la Memoria de la Axarquía, entre otros.
El director general de Memoria Democrática de la Junta de Andalucía, Luis Naranjo, ha propuesto este jueves la presentación de una denuncia judicial para que se declare como crimen de guerra los sucesos acaecidos durante la huida forzosa a pie que, tras ocupar Málaga las tropas franquistas en febrero de 1937, emprendieron miles de personas por la carretera de Almería, bajo el fuego de la aviación italiana y la marina del bando nacional.
VÉLEZ-MÁLAGA (MÁLAGA), 7 (EUROPA PRESS)
Este hecho, conocido popularmente como la 'desbandá', obligó a huir a más de 120.000 malagueños, muchos de los cuales perdieron la vida durante la ruta, en un episodio que, según los historiadores, se saldó con más muertos que otros más conocidos de la Guerra Civil, como es el caso del bombardeo de Guernica.
Naranjo, que ha participado este jueves en un acto de homenaje a las víctimas que se ha celebrado en la localidad malagueña de Vélez-Málaga con motivo del 76 aniversario del suceso, no ha dudado en calificar lo ocurrido como un crimen de guerra, tanto desde el punto de vista "moral y objetivo" como desde la vertiente jurídica.
En este sentido, ha explicado a los periodistas que el Estatuto de Nuremberg "establece que crimen de guerra es cualquier tipo de agresión, violencia o asesinato de la población civil en periodo de guerra", por lo que, a su juicio, lo ocurrido durante la huida de la población de Málaga hacia Almería "está claro que es un crimen de guerra".
"Tenemos el precedente de Cataluña, donde ya se ha aceptado a trámite por parte de la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia una denuncia en este sentido interpuesta por algunos familiares, y aquí sería una posibilidad", ha manifestado Naranjo, quien ha puntualizado que "hay que estudiarlo políticamente, pero desde luego la intención es que más temprano que tarde esa denuncia se haga efectiva".
En cuanto a la forma en la que se presentaría dicha denuncia, bien por parte de las víctimas y familiares, bien por parte del Gobierno andaluz o de forma conjunta, ha indicado asimismo que "hay que estudiar la forma", pues "ahora mismo más que nada es una voluntad política que manifestamos, y ya veremos cómo se establece, cuál sería la vía y cuál sería la gente, si los familiares, la Junta o una combinación de ambos".
Sobre el acto celebrado en Vélez-Málaga, ha subrayado su utilidad "para rememorar la matanza, todo lo que supuso como parte del genocidio, del golpe de Estado y de la Guerra Civil provocada por el franquismo, y a partir de ahí intentar crear una conciencia social creciente".
"El objetivo fundamental es que cada vez más gente sepa qué fue realmente lo que ocurrió aquí, el nivel del genocidio, porque estamos hablando de más de 20.000 muertos; y de alguna forma reparar a las víctimas, a los familiares por lo ocurrido en ese periodo para que nunca se repita más", ha continuado.
Así, ha considerado que la población "no es consciente" aún de la gravedad de los hechos, "aunque cada vez lo es más, pues afortunadamente, ese muro de silencio que el franquismo construyó sobre sus propios crímenes se está rompiendo poco a poco en la democracia, aunque demasiado lentamente".
Para acelerar ese proceso de concienciación, Naranjo ha apuntado al papel que deben jugar tanto el Estado como la propia Junta de Andalucía "para que la gente sepa lo que pasó aquí, igual que en Alemania se sabe lo que fueron los campos de exterminio o en cualquier otra dictadura se sabe lo que ocurrió, y actos como este deben servir para ello".
En el acto, que se ha celebrado en el Centro de Estudios sobre el Exilio de Vélez-Málaga, han participado, además de Naranjo y representantes de la Junta, víctimas y familiares, diferentes expertos e historiadores, el escritor y periodista Juan Madrid, el presidente de la Red de Municipios por la Tercera República, Antonio Romero, y miembros del Foro por la Memoria de la Axarquía, entre otros.

jueves, 7 de febrero de 2013

La carretera de la muerte

 Hazen Size. Imagen cedida por Jesús Majada

El 6 de febrero  de 1937 las tropas del general Gonzalo Queipo de Llano entraron en Málaga. Alrededor de 100.000 republicanos huyeron hacia Almería por la ruta de la costa. Fue la llamada 'desbandá'. "Es lo más cercano a un infierno que he visto", recuerda Salvador Guzmán, superviviente 

Público - ALEJANDRO TORRÚS Madrid 02/02/2013 

"Imaginaos 150.000 hombres, mujeres y niños que huyen en busca de refugio, temerosos del ejército nacionalista del general Queipo de Llano. No hay más que un camino. No hay más vía de escape. La ciudad que buscan es Almería, y hay que andar hasta allí cerca de 200 kilómetros (...) Tienen que caminar mujeres, ancianos y niños... tambaleándose, tropezando, abriéndose los pies en los pedernales polvorientos, mientras que los fascistas los bombardean sin piedad desde los aviones y los cañonean desde el mar".

El testimonio pertenece a la libreta de anotaciones de Norman Bethune, reputado cirujano pulmonar canadiense que acudió a la Guerra Civil española como voluntario del Socorro Rojo. Su testimonio escrito y las fotos de su ayudante, Hazen Size, es de lo poco se conserva de uno de los episodios más trágicos, y desconocidos, de la Guerra Civil: la llamada desbandá.

El 6 de febrero de 1937 las tropas del general Gonzalo Queipo de Llano llegaron a Málaga. La mayoría de los pueblos de la parte occidental de la provincia ya estaba en manos de Franco, y la única salida que quedaba para los milicianos republicanos, las mujeres, los niños y los ancianos era la ruta de la costa, un camino que hoy se recuerda como "la carretera de la muerte" (la actual N-340).

"Por tierra, mar y aire, las tropas franquistas, apoyadas por italianos y alemanes, atacaron a miles de civiles inocentes"
 
Por el norte de Málaga llegaban las tropas italianas; por el oeste, el ejército de Queipo de Llano; y por mar, los buques del bando franquista. "Por tierra, mar y aire, las tropas franquistas, apoyadas por italianos y alemanes, atacaron a miles de civiles inocentes", asegura la historiadora de la Universidad de Málaga, Encarna Barranquero, autora del libro Población y Guerra Civil en Málaga: Caída, éxodo y refugio.

Entre 100.000 y 150.000 personas salieron de Málaga hacia Almería por la ruta de la costa. Saber con precisión cuánta gente murió es imposible, aunque algunas fuentes hablan de entre 5.000 y 7.500 personas. Muchos cadáveres acabaron en fosas comunes o se los llevó el río Guadalfeo. "Sólo en la fosa común del cementerio de San Rafael de Málaga ya se han identificado a más de 4.300 víctimas", señala Andrés Fernández, arqueólogo y responsable científico de las investigaciones en el cementerio de San Rafael.

"Los niños llevaban solamente su pantalón y las niñas su vestido ancho, medio desnudos todos bajo el sol... Niños con los bracitos y las piernas enredados en trapos ensangrentados: niños sin zapatos, con los pies hinchados; niños que lloraban desesperados de dolor, de hambre, de cansancio... cuatro días perseguidos por los aviones de los bárbaros fascistas, y cuatro noches de caminar en grupo compacto hombres, mujeres, niños, mulas, burros y cabras, tratando de mantenerse juntas las familias, llamándose por el nombre propio, buscándose en las sombras", prosigue el relato de Bethune.

"Lo peor que una persona puede ver"
Una de esas niñas que caminaba junto a su familia es Natalia Montasaroa. Tenía 13 años aquel 7 de febrero de 1937. Hoy, 76 años después, recuerda para Público, con voz temblorosa, lo que vivió durante aquellos días.

"Salimos de Málaga el día 7 a las diez de la noche. Teníamos miedo porque oíamos a Queipo de Llano por la radio, que decía: 'Malagueños, maricones, ponedle pantalones a la luna'. La carretera estaba llena de gente. No se me olvidará nunca una mujer con un niño pequeño en brazos; habían disparado desde el barco un proyectil, y las piedras que saltaron le dieron a la mujer en la cara: ella quedó muerta con el niño en brazos, al que no le pasó nada...", recuerda Natalia, quien en 1937 tenía apenas 13 años.

La familia de Natalia, no obstante, no llegó nunca a Málaga. El ejército italiano los alcanzó antes. "La cuarta noche de travesía recuerdo que veíamos muchas luces detrás nuestra. Le pregunté a mi padre que qué era y me dijo que se trataría del alumbrado de alguna localidad. No era cierto. Se trataba de los tanques italianos. La gente se escondió en el monte. Desde los tanques disparaban con las ametralladoras a todo lo que se movía. Al día siguiente regresamos al camino, una mujer escondida en la cuneta había sido aplastada por los tanques. Ya no tenía sentido seguir adelante, los nacionales habían cortado la carretera de Motril", asegura.

No obstante, la peor parte del camino aun no había llegado para la familia de Natalia. A pesar de que ya no corrían el peligro de ser atacados por el ejército italiano, el camino de vuelta a casa dejó marcadas en su retina "lo peor que una persona puede ver".

"Por la carretera vimos muchos muertos: milicianos ahorcados; una familia entera (el padre miliciano, la madre y tres niños) con tiros en la cabeza; muchos prefirieron suicidarse y dar muerte a su familia antes de caer en manos de los nacionales. Cuando llegamos a Málaga a mucha gente la encerraron en un barco que había en el puerto, y a otros muchos los fusilaron", sentencia Natalia.

"Lo más cercano al infierno"  
Salvador Guzmán, de 85 años, sí consiguió llegar a Almería con su familia. Su padre, José Guzmán, era el primer teniente de alcalde del ayuntamiento de Coín (Málaga), gobernado por una coalición de PCE y PSOE. Su huida arrancó la madrugada del 7 de febrero. En un coche, "similar al Renault 4-L de los 60", la familia del alcalde de la ciudad y la suya emprendieron un largo camino con destino en Almería. En total, diez personas en un coche de 1937.

"Lo primero que se queda en mi retina sucedió nada más salir de Málaga. En un cruce, vi como un hombre le pegó un tiro en la sien a sus dos hijas, después a su mujer y, por último, a él mismo. Fueron los primeros muertos que vi en mi vida pero, desgraciadamente, no fueron los últimos", recuerda para Público Salvador, que asegura que a lo largo de su travesía su vehículo fue objeto de los disparos de los buques del bando franquista el Cervera y el Canarias.

"Los primeros misiles los tiraron a nuestro coche porque pensarían que éramos tropa. Aquello era lo más cercano al infierno que he visto nunca. Conseguimos refugiarnos en un corte de la carretera. Entonces, vimos a unos paisanos de Coín que también huían. Les dijimos que no pasaran, pero no nos hicieron caso. Vimos como su coche reventaba en cientos de pedazos", asegura Salvador.

“Vimos como abrieron las compuertas de un pantano llevándose a muchísima gente por delante”, recuerda un superviviente
 
Cuatro días después, la familia de Salvador consiguió llegar a Almería. Por el camino quedaron cientos de víctimas. "Vimos como abrieron las compuertas de un pantano llevándose a muchísima gente por delante entre gritos de desesperación de sus familiares", recuerda. La llegada a la capital almeriense, no obstante, no puso fin al peligro.

La aviación italiana estaba esperando a los fugitivos. "Los aviones italianos vinieron todas las noches. Bombardeaban el centro de la ciudad donde había miles de refugiados", relata Salvador, que se encontraba refugiada en la casa de unos amigos de la familia. Las noches de bombardeos sobre la capital de Almería serían los últimos que la familia de Salvador pasara unida. Terminada la guerra su padre fue detenido, humillado públicamente y encarcelado. En 1947, fue fusilado.

El bombardeo sobre Almería fue recogido por el doctor canadiense, quien llegó a la ciudad tras cuatro días trasladando enfermos desde Málaga a la ciudad almeriense. "Cuando aquellas 50.000 personas exangües habían llegado al sitio que creían un abrigo seguro, los aeroplanos fascistas, alemanes e italianos, desataron sobre la población un nutrido bombardeo... arrojaron diez bombas en el centro mismo de la ciudad, en la calle principal de Almería, donde, amontonados en el pavimento, dormían exhaustos los refugiados. La calle parecía un degolladero, con los muertos y los agonizantes, alumbrado por las llamas de los edificios que ardían", escribe Norman Bethune en su cuaderno.

“Su único crimen había sido el de votar por un Gobierno del pueblo”, sentencia el doctor Bethune
 
La dureza de la imagen y la crueldad del destino de los republicanos que huyeron de Málaga llevó a a Bethune, a los supervivientes y a los historiadores contactados por este diario a pensar que la operación de los ejércitos del bando franquista se trataba de un plan organizado de exterminio. "¿Qué crimen habían cometido estos hombres de la ciudad para ser asesinados de modo tan sangriento?", se pregunta Bethune en la conclusión de sus escritos. "Su único crimen había sido el de votar por un Gobierno del pueblo; moderado paliativo contra la carga aplastante de siglos de codicia del capitalismo", concluye. 

"Imaginaos 150.000 hombres, mujeres y niños que huyen en busca de refugio, temerosos del ejército nacionalista del general Queipo de Llano. No hay más que un camino. No hay más vía de escape. La ciudad que buscan es Almería, y hay que andar hasta allí cerca de 200 kilómetros (...) Tienen que caminar mujeres, ancianos y niños... tambaleándose, tropezando, abriéndose los pies en los pedernales polvorientos, mientras que los fascistas los bombardean sin piedad desde los aviones y los cañonean desde el mar".

El testimonio pertenece a la libreta de anotaciones de Norman Bethune, reputado cirujano pulmonar canadiense que acudió a la Guerra Civil española como voluntario del Socorro Rojo. Su testimonio escrito y las fotos de su ayudante, Hazen Size, es de lo poco se conserva de uno de los episodios más trágicos, y desconocidos, de la Guerra Civil: la llamada desbandá.

El 6 de febrero de 1937 las tropas del general Gonzalo Queipo de Llano llegaron a Málaga. La mayoría de los pueblos de la parte occidental de la provincia ya estaba en manos de Franco, y la única salida que quedaba para los milicianos republicanos, las mujeres, los niños y los ancianos era la ruta de la costa, un camino que hoy se recuerda como "la carretera de la muerte" (la actual N-340).

"Por tierra, mar y aire, las tropas franquistas, apoyadas por italianos y alemanes, atacaron a miles de civiles inocentes"
 
Por el norte de Málaga llegaban las tropas italianas; por el oeste, el ejército de Queipo de Llano; y por mar, los buques del bando franquista. "Por tierra, mar y aire, las tropas franquistas, apoyadas por italianos y alemanes, atacaron a miles de civiles inocentes", asegura la historiadora de la Universidad de Málaga, Encarna Barranquero, autora del libro Población y Guerra Civil en Málaga: Caída, éxodo y refugio.

Entre 100.000 y 150.000 personas salieron de Málaga hacia Almería por la ruta de la costa. Saber con precisión cuánta gente murió es imposible, aunque algunas fuentes hablan de entre 5.000 y 7.500 personas. Muchos cadáveres acabaron en fosas comunes o se los llevó el río Guadalfeo. "Sólo en la fosa común del cementerio de San Rafael de Málaga ya se han identificado a más de 4.300 víctimas", señala Andrés Fernández, arqueólogo y responsable científico de las investigaciones en el cementerio de San Rafael.

"Los niños llevaban solamente su pantalón y las niñas su vestido ancho, medio desnudos todos bajo el sol... Niños con los bracitos y las piernas enredados en trapos ensangrentados: niños sin zapatos, con los pies hinchados; niños que lloraban desesperados de dolor, de hambre, de cansancio... cuatro días perseguidos por los aviones de los bárbaros fascistas, y cuatro noches de caminar en grupo compacto hombres, mujeres, niños, mulas, burros y cabras, tratando de mantenerse juntas las familias, llamándose por el nombre propio, buscándose en las sombras", prosigue el relato de Bethune.

"Lo peor que una persona puede ver"
Una de esas niñas que caminaba junto a su familia es Natalia Montasaroa. Tenía 13 años aquel 7 de febrero de 1937. Hoy, 76 años después, recuerda para Público, con voz temblorosa, lo que vivió durante aquellos días.

"Salimos de Málaga el día 7 a las diez de la noche. Teníamos miedo porque oíamos a Queipo de Llano por la radio, que decía: 'Malagueños, maricones, ponedle pantalones a la luna'. La carretera estaba llena de gente. No se me olvidará nunca una mujer con un niño pequeño en brazos; habían disparado desde el barco un proyectil, y las piedras que saltaron le dieron a la mujer en la cara: ella quedó muerta con el niño en brazos, al que no le pasó nada...", recuerda Natalia, quien en 1937 tenía apenas 13 años.

La familia de Natalia, no obstante, no llegó nunca a Málaga. El ejército italiano los alcanzó antes. "La cuarta noche de travesía recuerdo que veíamos muchas luces detrás nuestra. Le pregunté a mi padre que qué era y me dijo que se trataría del alumbrado de alguna localidad. No era cierto. Se trataba de los tanques italianos. La gente se escondió en el monte. Desde los tanques disparaban con las ametralladoras a todo lo que se movía. Al día siguiente regresamos al camino, una mujer escondida en la cuneta había sido aplastada por los tanques. Ya no tenía sentido seguir adelante, los nacionales habían cortado la carretera de Motril", asegura.

No obstante, la peor parte del camino aun no había llegado para la familia de Natalia. A pesar de que ya no corrían el peligro de ser atacados por el ejército italiano, el camino de vuelta a casa dejó marcadas en su retina "lo peor que una persona puede ver".

"Por la carretera vimos muchos muertos: milicianos ahorcados; una familia entera (el padre miliciano, la madre y tres niños) con tiros en la cabeza; muchos prefirieron suicidarse y dar muerte a su familia antes de caer en manos de los nacionales. Cuando llegamos a Málaga a mucha gente la encerraron en un barco que había en el puerto, y a otros muchos los fusilaron", sentencia Natalia.

"Lo más cercano al infierno"
Salvador Guzmán, de 85 años, sí consiguió llegar a Almería con su familia. Su padre, José Guzmán, era el primer teniente de alcalde del ayuntamiento de Coín (Málaga), gobernado por una coalición de PCE y PSOE. Su huida arrancó la madrugada del 7 de febrero. En un coche, "similar al Renault 4-L de los 60", la familia del alcalde de la ciudad y la suya emprendieron un largo camino con destino en Almería. En total, diez personas en un coche de 1937.

"Lo primero que se queda en mi retina sucedió nada más salir de Málaga. En un cruce, vi como un hombre le pegó un tiro en la sien a sus dos hijas, después a su mujer y, por último, a él mismo. Fueron los primeros muertos que vi en mi vida pero, desgraciadamente, no fueron los últimos", recuerda para Público Salvador, que asegura que a lo largo de su travesía su vehículo fue objeto de los disparos de los buques del bando franquista el Cervera y el Canarias.

"Los primeros misiles los tiraron a nuestro coche porque pensarían que éramos tropa. Aquello era lo más cercano al infierno que he visto nunca. Conseguimos refugiarnos en un corte de la carretera. Entonces, vimos a unos paisanos de Coín que también huían. Les dijimos que no pasaran, pero no nos hicieron caso. Vimos como su coche reventaba en cientos de pedazos", asegura Salvador.

“Vimos como abrieron las compuertas de un pantano llevándose a muchísima gente por delante”, recuerda un superviviente
 
Cuatro días después, la familia de Salvador consiguió llegar a Almería. Por el camino quedaron cientos de víctimas. "Vimos como abrieron las compuertas de un pantano llevándose a muchísima gente por delante entre gritos de desesperación de sus familiares", recuerda. La llegada a la capital almeriense, no obstante, no puso fin al peligro.

La aviación italiana estaba esperando a los fugitivos. "Los aviones italianos vinieron todas las noches. Bombardeaban el centro de la ciudad donde había miles de refugiados", relata Salvador, que se encontraba refugiada en la casa de unos amigos de la familia. Las noches de bombardeos sobre la capital de Almería serían los últimos que la familia de Salvador pasara unida. Terminada la guerra su padre fue detenido, humillado públicamente y encarcelado. En 1947, fue fusilado.

El bombardeo sobre Almería fue recogido por el doctor canadiense, quien llegó a la ciudad tras cuatro días trasladando enfermos desde Málaga a la ciudad almeriense. "Cuando aquellas 50.000 personas exangües habían llegado al sitio que creían un abrigo seguro, los aeroplanos fascistas, alemanes e italianos, desataron sobre la población un nutrido bombardeo... arrojaron diez bombas en el centro mismo de la ciudad, en la calle principal de Almería, donde, amontonados en el pavimento, dormían exhaustos los refugiados. La calle parecía un degolladero, con los muertos y los agonizantes, alumbrado por las llamas de los edificios que ardían", escribe Norman Bethune en su cuaderno.

“Su único crimen había sido el de votar por un Gobierno del pueblo”, sentencia el doctor Bethune
 
La dureza de la imagen y la crueldad del destino de los republicanos que huyeron de Málaga llevó a a Bethune, a los supervivientes y a los historiadores contactados por este diario a pensar que la operación de los ejércitos del bando franquista se trataba de un plan organizado de exterminio. "¿Qué crimen habían cometido estos hombres de la ciudad para ser asesinados de modo tan sangriento?", se pregunta Bethune en la conclusión de sus escritos. "Su único crimen había sido el de votar por un Gobierno del pueblo; moderado paliativo contra la carga aplastante de siglos de codicia del capitalismo", concluye.